La película Kill Bill, del director Quentin Tarantino, fue dividida en dos volúmenes, estrenadas con un año de diferencia la una de la otra.
La historia trata de una mujer, entrenada por un gran maestro del arte marcial, despierta de un coma tras cinco años para volver a vengarse de los hombres y mujeres que intentaron matarla.
Probablemente uno esperaría, al hablar de narración interactiva, que el usuario pueda incluso intervenir en los contenidos de tal o cual medio (en este caso, el cine). Bueno, ese es sólo uno de los elementos de las formas narrativas y que no está en Kill Bill. Lo que sí puede, y debe hacer el usuario (espectador de la película) es ordenar las secuencias que en el film, y en los dos volúmenes, no están en orden cronológico.
El primer volumen parte, por ejemplo, con la protagonista tirada en el suelo, vestida de novia y recibiendo un disparo. En la otra escena, la misma protagonista se ve en una larga secuencia de pelea contra otra mujer, a la cual asesina. Al final de ésta, toma una lista y tacha el nombre de esta mujer, pero estando antes otro nombre tachado. Tras ese plano, se va a otro que tiene como subtítulo: “Five years and four months earlier in the city of El Paso, Texas” (Cinco años y cuatro meses antes, en El Paso, Texas).
Y así continúa la película, con saltos temporales que el espectador debe ordenar en su cabeza, incluso en el volumen 2, que se va aún más atrás en la historia para luego volver adelante; explicando por qué le dispararon a la protagonista y la relación que tenía antes con Bill, su ex pareja y cuasi homicida.
Este ejemplo muestra de buena forma cómo una película puede pedirle al público cierta interacción y participación en ella, sin necesidad de tocar el contenido, algo que no ha entrado mucho hasta ahora en el cine.
La historia trata de una mujer, entrenada por un gran maestro del arte marcial, despierta de un coma tras cinco años para volver a vengarse de los hombres y mujeres que intentaron matarla.
Probablemente uno esperaría, al hablar de narración interactiva, que el usuario pueda incluso intervenir en los contenidos de tal o cual medio (en este caso, el cine). Bueno, ese es sólo uno de los elementos de las formas narrativas y que no está en Kill Bill. Lo que sí puede, y debe hacer el usuario (espectador de la película) es ordenar las secuencias que en el film, y en los dos volúmenes, no están en orden cronológico.
El primer volumen parte, por ejemplo, con la protagonista tirada en el suelo, vestida de novia y recibiendo un disparo. En la otra escena, la misma protagonista se ve en una larga secuencia de pelea contra otra mujer, a la cual asesina. Al final de ésta, toma una lista y tacha el nombre de esta mujer, pero estando antes otro nombre tachado. Tras ese plano, se va a otro que tiene como subtítulo: “Five years and four months earlier in the city of El Paso, Texas” (Cinco años y cuatro meses antes, en El Paso, Texas).
Y así continúa la película, con saltos temporales que el espectador debe ordenar en su cabeza, incluso en el volumen 2, que se va aún más atrás en la historia para luego volver adelante; explicando por qué le dispararon a la protagonista y la relación que tenía antes con Bill, su ex pareja y cuasi homicida.
Este ejemplo muestra de buena forma cómo una película puede pedirle al público cierta interacción y participación en ella, sin necesidad de tocar el contenido, algo que no ha entrado mucho hasta ahora en el cine.
